NO JUEGUES CON LA PROTECCION SOLAR DE TUS OJOS
La radiación que llega procedente del sol es el resultado de una serie de procesos complejos. Desde su emisión hasta la llegar a los ojos sufre procesos de cambios por absorción, difusión y reflexión que la modifican. Cada uno de estos cambios depende de magnitudes variables; por ejemplo, un campo de hierba refleja un 3% de la radiación que le llega, la playa un 30%, y la nieve un 80%. De todas las radiaciones que el sol emite, las más nocivas para la salud del ser humano son las más energéticas: las ultravioletas (UV), que no provocan ninguna reacción inmediata que avise de daño que están produciendo en los ojos y en la piel. Todo lo expuesto hasta ahora implica la necesidad de una protección ocular. Estos son los mayores factores de riesgo ante la radiación solar:
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