Ser un profesional de la medicina: la visión de un doctor judío



La depresión y el desgaste emocional son comunes entre los médicos, es por eso que Maimónides y yo rompemos la tendencia.

El desgaste médico es un fenómeno bastante documentado. Muchos médicos se sienten saturados de trabajo, poco valorados y sin la compensación financiera que piensan que merecen.

En general, la prevalencia de enfermedades mentales se incrementa entre los médicos y tanto los trastornos depresivos como de ansiedad son comunes debido al estrés del trabajo. Los médicos también están en riesgo de abuso de sustancias como un medio inadecuado para enfrentar el agotamiento.

Un viejo colega, Duane, me mandó un email con los resultados de una encuesta a más de 15.000 médicos respecto al desgaste emocional y la depresión:

“Mira qué terrible es el campo de trabajo que escogimos. No nos pagan lo suficiente, trabajamos demasiado duro y nadie nos aprecia… ¡Espantoso!”.

Decidí que iba a leer el estudio antes de responder, pero de su lado los hechos estaban claros. De los 15.543 médicos que fueron entrevistados para el estudio, el 42% reportó sentir desgaste emocional y el 15% notó síntomas de depresión. A la cabeza de la lista de las causas del agotamiento se encuentran las largas jornadas laborales, excesivo trabajo administrativo y la percepción de una falta de respeto tanto de colegas como de pacientes. También mencionaron otras cosas, tales como la falta de compensación económica, regulaciones gubernamentales y “sentirse apenas un eslabón más en la cadena”.

Pero mientras más leía del estudio, más comprendía que mis colegas de la encuesta estaban mal enfocados. Es cierto, yo soy psiquiatra y por lo tanto es menos probable que experimente desgaste emocional (de acuerdo con el estudio) en comparación a un cardiólogo. Pero en verdad no es esta la razón principal por la que me siento diferente respecto a mi trabajo.



¿Qué otra profesión existe en la que puedes ser el mensajero directo de Dios para traer sanación al mundo? Cada día me inspira mi rol de ayudar a mis pacientes a mantenerse sanos para pasar más tiempo con sus seres queridos. Seguro, no me pagan tan bien como a mis amigos que se dedican al negocio de la medicina láser, pero gracias a Dios no me muero de hambre y puedo pagar la gasolina del auto.

Sí, el trabajo administrativo a veces es bastante pesado, pero lo mismo ocurre en cualquier profesión.

¿Y qué es ese narishkeit (ridiculez, en idish) de no ser valorados? Como uno de los pocos psiquiatras observantes de Torá y angloparlantes en Israel, todos los días recibo llamadas de rabinos, celebridades y personas buenas que me agradecen por mi ayuda. Incluso antes de venir a Israel, cuando era sólo otro humilde psiquiatra en Boston, solía recibir decenas de pasteles caseros de mis pacientes agradecidos, los que compartía con las enfermeras que estaban igualmente agradecidas.

Por eso, esto es lo que le respondí a Duane:

“Duane, es maravilloso saber de ti. Lamento que te sientas agotado de tu trabajo. Pero recuerda que quizás estamos en la única área que nos permite tener un trabajo intelectualmente estimulante, la habilidad de mejorar las vidas de los demás y (a pesar de tus quejas) un salario más que suficiente. No me digas que serías más feliz si te dedicaras a los negocios, porque también ellos son menospreciados. Tienes que recordar cuán afortunados somos de haber recibido la sagrada responsabilidad de curar a nuestros pacientes. Si puedes tener esto en mente, entonces podrás volver a ser parte del 58% de los médicos que no sufren de desgaste emocional y del 85% que no estamos deprimidos”.

Después de enviar el email, pensé en Duane y me pregunté si quizás tenía un poco de razón. ¿Acaso yo no tuve momentos en los que me sentí estresado y menospreciado? Quizás la diferencia es que yo me rodeé de personas increíbles para mantenerme motivado y recordarme qué es lo que hago cada día: una buena esposa, hijos excelentes, rabinos excepcionales y padres fantásticos.

El mejor médico que conozco de casualidad también es mi papá. Aunque él nunca me empujó hacia la medicina, constantemente me impresionaba la tremenda responsabilidad que sentía por conocer y atender a cada uno de sus pacientes. Fuera de su familia, los bienes más preciados de mi padre sin duda son las esculturas de madera que recibió como una muestra de agradecimiento de su paciente favorito. No existe regalo más poderoso que la honesta gratitud. Mi padre sigue considerando que esta es la verdadera bendición de ser un médico.

Maimónides (el famoso médico judío y sabio de Torá que vivió hace casi 1000 años) también personificaba esta práctica. En la graduación de la facultad de medicina, los 108 graduados nos pusimos de pie durante la lectura de su juramento, el cual describe la sagrada responsabilidad de los médicos de cuidar a sus pacientes.

Pero lo que la mayoría de mis compañeros no sabía es que también hay una plegaria que Maimónides escribió antes de diagnosticar y tratar a sus pacientes. Aunque cada palabra es una bella y conmovedora expresión de admiración por nuestro Creador, yo a veces voy directamente hasta el final donde encuentro mucha fuerza:

“¡Dios todopoderoso! Tú me has escogido con Tu misericordia para cuidar la vida de Tus criaturas. Ahora me dedicaré a mi profesión. Apóyame en esta grandiosa tarea para que beneficie a la humanidad, porque sin Tu ayuda, ni siquiera la cosa más pequeña tendrá éxito”.

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