Los nidos amigos de la serpiente
Publicado 25/02/2010
Autor: Pilar Rahola
Pero este terrorismo es de ricos, nacido entre ricos y financiado por ricos,
y es la mezcla de la riqueza, la tecnología del siglo XXI y el cerebro del
XIII lo que lo convierte en tan exitoso y letal.
A pesar de que el fenómeno lleva décadas mostrándose en toda su
peligrosidad, y a pesar de que ya ha matado a miles de personas, en nuestros
fueros, la mayoría de las personas empiezan a descubrirlo. Y, como no podía
ser de otra forma, aplican tópicos recurrentes, sacados de viejos manuales
revolucionarios, para intentar explicar su intrínseca maldad. "Que la
realidad no nos destruya un buen prejuicio", deben pensar, mientras se dan
un atracón de lugares comunes y viejos dogmas. Tantas décadas mirando al
mundo con las gafas del anti americanismo, que ahora sufren una miopía de
grado supino. No entienden nada. De hecho, para ser precisos, la mayoría de
estos nunca han entendido nada. Y ahí los tienen, improvisando análisis
sesudos sobre el fenómeno del yihadismo islámico, cuyo aliento en el cogote
empieza a movilizar su interés.
Pero ya han encontrado la fórmula: el fenómeno del terrorismo islámico se
debe a la desesperación y el hambre, allí donde el capitalismo ha hecho
mella. Es decir, es una cuestión de pobreza. Con el añadido clásico: también
es culpa de Israel, que por supuesto tiene la culpa de todo lo que pasa en
el mundo.
Es decir, han matado un centenar de personas que veían un partido de
voleibol en Pakistán, o han secuestrado a tres catalanes en el Sahel, o han
intentado explotar un avión cargado de pasajeros, o matar al dibujante de
las caricaturas danesas, o directamente han matado en todas partes donde han
podido, todo lo han hecho… porque existe el problema palestino y porque hay
hambre en el mundo.
¡Felices aquellos que gozan de la paz de los simples, porque de ellos será
el reino de la estupidez! Para empezar, pues, con la directa puesta, me
permito dedicar este artículo a desmontar estos tópicos sudados, cuya
utilidad es perfectamente descriptible. Primero, la ideología totalitaria
fundamentalista que subyace en el terrorismo islámico no nace del hambre y
la desesperación, sino que los usa para su beneficio. Probablemente, de
todas las ideologías totalitarias, esta es la que mueve más dinero y más
recursos. De ahí que la mayoría de los grandes ideólogos del yihadismo,
desde principios del siglo XX hasta nuestros días, sean tipos nacidos en
cunas de grandes fortunas. Por supuesto, el hambre facilita a pobres seres
para convertirlos en bombas humanas, y la falta de expectativas da alas a la
idea gloriosa del martirio.
Pero este terrorismo es de ricos, nacido entre ricos y financiado por ricos,
y es la mezcla de la riqueza, la tecnología del siglo XXI y el cerebro del
XIII lo que lo convierte en tan exitoso y letal. Por poner un ejemplo, ¿han
visto las imágenes de los ejércitos de Al Qaeda en la pobre Somalia?
Tecnología sofisticada, movimiento de capitales, adiestramiento ideológico y
militar, nada de lo que atañe al terrorismo islámico es de pobres, y nada de
ello surge de la pobreza. Segundo, no nace de los conflictos nacionales no
resueltos, como Cachemira o Palestina, aunque los usa, pero es muy anterior
a ellos. Este fenómeno no concibe el mundo tal como lo dejó la Revolución
Francesa, sino como lo dejó el califato de los omeyas, y su aspiración no es
formar parte de la Liga de Naciones, sino convertir toda la Liga en
territorio de la Uma musulmana.
Es una ideología, no una causa. Es imperialista, no nacional. Es teocrático,
pero su amor por la muerte lo convierte en nihilista. Y es feudal para
vivir, pero es moderno para morir y matar. Finalmente, lo peor es lo que no
vemos. Vemos la yihad bélica, cuya capacidad mortífera ama los objetivos
civiles, para sembrar el terror perfecto. Pero es más peligrosa la yihad
ideológica. Décadas de países como Arabia Saudita financiando por todo el
mundo un islamismo anti occidental y fanático sólo podían traer la locura
actual. Ellos son el nido donde la serpiente ha crecido y se ha
mundializado. Es cierto que con una mano nos ayudan a combatir a Al Qaeda,
pero con la otra nos llenan las mezquitas de fanatismo. ¿Son pues parte de
la solución? Son el inicio del problema.
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