Embarazo Ectópico: un reto médico y ético.

Embarazo Ectópico: un reto médico y ético.
Análisis de los tres procedimientos usados para tratar los embarazos
ectópicos, dos de ellos presentan problema moral mientras que el
tercero es aceptable moralmente
Autor: Tad Pacholczyk | Fuente: Making Sense Out of Bioethics

El embarazo humano se inicia en el momento en que un espermatozoide se
une a un óvulo dentro del conducto falopiano. Durante los siguientes
días, el embrión recién formado tendrá que recorrer este conducto para
finalmente implantarse en la pared del útero materno.

En ocasiones muy raras, el embrión no logra llegar hasta el útero y se
implanta en la trompa de Falopio, muy angosto y no diseñado para
resistir el embarazo. Casos así son de alto riesgo pues la elasticidad
de la pared del conducto es limitada y se rompe con la presión del
feto en crecimiento, pudiendo causar la muerte de la madre además del
bebé.

Cuando el embrión se implanta en el lugar equivocado, ya sea en el
tubo falopiano o en el abdomen, el embarazo recibe el nombre de
"ectópico" (fuera de su lugar) . El 97 porciento de todos los
embarazos ectópicos suceden en el conducto falopiano. Esta es una de
las principales causas de enfermedad y muerte materna en Estados
Unidos, representando un reto enorme para el médico que se esfuerza
por ayudar a la madre y al bebé.

De los tres procedimientos usados más comúnmente para tratar los
embarazos ectópicos, dos de ellos presentan problema moral mientras
que el tercero es aceptable moralmente.

El primer tratamiento implica el uso de un medicamento llamado
metotrexato, que se dirige hacia las células de más rápido
crecimiento, especialmente las trofoblásticas (precursoras de la
placenta), que son las que adhieren el embrión a la pared del tubo
falopiano. Hay quienes opinan que es posible que este medicamento se
dirija preferentemente a dichas células, distintas del resto del
embrión, así que podría considerarse que sólo "indirectamente" termina
con la vida del embrión. Otros, sin embargo, han hecho notar que estas
células trofoblásticas son de hecho parte del embrión (producidas por
el embrión, no por la madre), de manera que el metotrexato en realidad
afecta un órgano vital del embrión causándole la muerte. Un
considerable número de moralistas católicos sostienen que el
metotrexato no es aceptable moralmente pues constituye un ataque
directo al bebé en crecimiento y una forma de aborto directo.

Otra técnica moralmente problemática implica hacer un corte a lo largo
del conducto falopiano y extraer al bebé ahí anidado, que en breve
lapso muere. El conducto se cierra de nuevo con sutura. Esta solución,
al igual que el uso de metotrexato, deja el tubo falopiano en gran
parte intacto para posibles embarazos futuros, pero también plantea
serias objeciones morales pues de igual forma causa la muerte directa
del bebé.

Es interesante notar que normalmente estos dos procedimientos se
ofrecen a los pacientes sin mencionar las consideraciones morales,
enmarcándolos estrictamente como medios para asegurar el menor daño
posible al sistema reproductivo de la madre. Muchos médicos admitirán,
sin embargo, que estas técnicas generalmente dejan cicatrices en el
conducto falopiano, aumentando así las posibilidades de otro embarazo
ectópico pues se crean las condiciones para que esto suceda
nuevamente.

Casi la mitad de los casos de embarazos fuera de su lugar se resuelven
por sí mismos sin necesidad de ninguna intervención, cuando el bebé
muere de manera natural. Si esto no sucede, una solución moralmente
aceptable implicaría quitar quirúrgicamente el conducto falopiano
completo, derecho o izquierdo, donde se encuentra anidado el bebé.
Aunque esto significa reducir la fertilidad de la mujer, el conducto
que rodea al bebé en desarrollo ya es claramente patológico y
constituye un riesgo que aumenta con el tiempo. Este riesgo se elimina
con la extirpación de ese conducto, con el efecto secundario y no
intencional de que el bebé dentro muere.

En esta situación, la intención del médico se dirige hacia el efecto
bueno (quitar el tejido dañado para salvar la vida de la madre),
mientras que el efecto malo sólo se tolera (muerte del bebé ectópico).
Es importante notar que aquí el médico está eligiendo actuar sobre el
conducto (una parte del cuerpo de la madre) y no directamente sobre el
bebé. Otro elemento importante es que la muerte del bebé no es el
medio que hace posible la cura. Se recurriría al mismo procedimiento
curativo si lo que estuviera dentro del conducto falopiano fuese un
tumor grande y no un bebé. Lo que cura a la madre es la extirpación
del conducto, no la muerte subsecuente del bebé.

Hay quienes consideran que eliminar el conducto falopiano con el bebé
dentro es igual que usar metotrexato pues en ambos casos el bebé
muere. Sin embargo, la diferencia crítica está en la forma en que
muere. No es lo mismo matar a alguien directamente que permitir su
fallecimiento por causas indirectas. No podemos quitar de forma
directa la vida a un ser humano inocente, aunque a veces tenemos que
tolerar la muerte que se presenta, de manera indirecta y no
intencional, cuando se intenta resolver de la mejor manera una
situación médica de vida o muerte.

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